Quien quiere ser feliz, siempre encuentra el modo, siempre. El que se atreve a ser feliz y empieza a andar su camino, tarde o temprano tendrá las respuestas, a veces solo será una intuición, a veces solo el corazón le guiará, pero otras veces el tener los ojos bien abiertos será la clave para darse cuenta de cuál es el camino que debe andar.
La naturaleza nos enseña de todas las manera posibles, toda la existencia es una perfecta metáfora de lo que tenemos que hacer para enfrentar nuestros retos y sobrellevar las adversidades que el recorrido nos presente.
Podríamos ser como un río, su función es llegar al mar y aunque tenga que atravesar miles de kilómetros, siempre lo logra, aunque en el camino necesite unirse a otro río y formar uno más fuerte.
Aunque tenga épocas en las que su caudal decaiga y se sienta débil, el río va a continuar con la convicción de que la época de lluvias llegará y otra vez recobrará su fuerza y su ímpetu por encontrarse con el mar.
Nosotros somos como el río y la mar es nuestra plenitud, nuestra felicidad. Si nos esforzamos en llegar a ella (pues para ser felices estamos aquí), al final la vamos a alcanzar.
Pero depende de ti, de nadie más. Sé como el río, persiste día a día rumbo a tu éxito, si trabajas duro lo conseguirás.
Sé como el río y nunca pierdas la convicción de que aunque baje tu caudal, pronto llegarán las lluvias y recobrarás energía. No te des por vencido, no tiene ningún sentido dejar de intentar, ánimo.
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