Poseen cientos de millones de veces más energía que las partículas producidas por cualquier acelerador del mundo. Es un misterio su origen, se desconoce la fuente que los produce ya que ni siquiera las más violentas explosiones de estrellas podrían generar partículas con estas energías, que permanentemente llegan a la Tierra, la atraviesan y por ende nos atraviesan.
En la diversidad de energías podemos distinguir aquellas que producen un efecto directo como la electricidad, la radiofrecuencia o el electromagnetismo, o indirecto como los rayos cósmicos o las líneas Hartman propias del Planeta Tierra y detectadas por métodos radiestésicos.
Si a un cristal de cuarzo se lo comprime ejerciendo una fuerte presión por un instante produce un haz luminoso y hasta una chispa que sirve para encender una llama de gas. Si se frotan las caras de dos cristales de cuarzo el halo de luz sirve para iluminarlo por un instante o por el tiempo que dure la fricción.
La compresión posibilita una modificación en la estructura atómica del cuarzo cambiando su vibración y por ese motivo surge la chispa y la luminiscencia.
El avance de la electrónica ha sido posible gracias al conocimiento de la alta frecuencia de vibración del cristal de cuarzo. La precisión de un simple reloj electrónico está dada entre otras cosas por la alta frecuencia en que oscila su pequeño cristal de cuarzo, que sobrepasa los treinta y dos mil ciclos por segundo. Innumerables son las aplicaciones del cuarzo en la electrónica: El silicio se halla presente en los circuitos integrados, en los osciladores, en los ordenadores y en todo aquel aparato que requiera alta frecuencia de vibración.
A estas energías podemos sumar las energías del pensamiento, de los sentimientos y de las emociones que volcadas en un cristal pueden ser amplificadas y uniendo la energía mental a la energía de alta frecuencia vibracional del cuarzo se amplifica y se armoniza la onda produciéndose una estabilización en la frecuencia del pensamiento, serenando el ritmo psíquico.
Dentro de las llamadas piedras preciosas se debe considerar a la familia de los cuarzos como gemas de una importancia fundamental. El cristal de roca, las ágatas, amatista, cuarzo ahumado, citrino, prasiolita, cuarzo rosa, aventurina, cuarzo ojo de gato, ojo de halcón, ojo de tigre, calcedonia, carneola, sardo, crisoprasa, heliotropo, ágata musgosa, dendrita, jaspe, xilópalo, y el ópalo representan un extenso grupo distinguiéndose por su enorme belleza. El cristal de roca, el cuarzo rosa, la amatista, las ágatas y citrinos poseen un amplio poder vibratorio, que puede emplearse como equilibrador del sistema nervioso.