Dos orugas tejieron su capullo. En ese ambiente protegido, se fueron transformado en mariposa: Cuando estaban listas para salir y volar libremente, empezaron las dudas. Una de las mariposas, que se sentía frágil, pensó: “La vida allá fuera tiene muchos peligros. Un pájaro podría despedazarme y comerme. O podrá pasarlo mal con las tempestades. O podría alcanzarme un rayo. La lluvia podría romper mis alas y hacerme caer al suelo. Además, la primavera está terminando, ¿y si faltara el néctar? ¿quién me ayudará?". Los riesgos eran muchos y la pequeña mariposa tenía sus razones. Asustada, decidió no partir. Se quedó protegida por su capullo, pero como no tenía medios de subsistencia, murió de modo muy triste, desnutrida, deshidratada y, lo que es peor, encarcelada por el mundo que ella misma había tejido. La otra mariposa también tenía dudas. Tenía miedo del mundo exterior, sabía que muchas mariposas no duraban más de un día fuera del capullo, pero deseo la libertada en primer lugar. Y así, partió. Voló hacia los peligros. Prefirió ser una caminante en busca de lo único que determinaba su esencia.
(Tomado del libro "El vendedor de sueños" de Augusto Cury)
La única forma de descubrir los límites de lo posible es yendo más allá de ellos, a lo imposible.
Arthyr C. Clarke