Descubrir es, como bien sabes, sacar a la luz lo que estaba cubierto –pero que ya estaba, aunque estaba cubierto -, es destapar –pero lo que ya estaba, aunque estaba tapado-, es darse cuenta de algo que se ignoraba –pero que ya existía, aunque se ignorase-, es hallar lo que estaba escondido o ignorado –pero que ya estaba…-.
Queda claro que cuando uno se Descubre, lo único que hace es hacer asomar lo que ya estaba, lo que uno es aunque no lo sepa.
Descubrirse es, generalmente, la tarea que se deja en último lugar en los procesos personales que se provocan a partir de la insatisfacción e intranquilidad; se deja para cuando ya la desesperación es insoportable, y cuando uno escucha –por fin- una voz, tan silenciosa como insistente, que clama desesperadamente la necesidad de dejar de seguir instalado en un personaje con el que uno no termina de sentirse a gusto para emprender el Camino hacia la propia realidad.
“No quiero seguir siendo así”, piensa uno casi sin pensar.
“No me siento a gusto conmigo mismo”, siente.
Y siente, también, una voz leve o angustiada que le invita a Descubrir cuál es la realidad que tapa la apariencia.
Descubrirse es la tarea a realizar cuando uno se siente extraño consigo mismo, cuando intuye “este que estoy siendo, no soy yo, pero, entonces… ¿Quién soy?”
Cuando uno llega a esta situación de desesperación es el momento de felicitarse por haber llegado tan bajo, por haber alcanzado la desesperación máxima, el límite de la dignidad, y por haber tomado conciencia, por fin, de un problema que viene arrastrando desde hace mucho tiempo, pero que ha ido postergando continuamente.
Claro, que tiene una poderosa razón para aplazar el Proceso de Descubrimiento… porque… ¿Y si lo que encuentre no le gusta?, ¿Y si es peor de lo que está siendo, o peor de lo que se puede imaginar?
El miedo a lo desconocido hace acto de presencia apabullando con esta incertidumbre a quien acaba de tener la osadía de pensar en mejorarse.
La ignorancia tiene esa ventaja: no se tiene que enfrentar a la realidad, y puede jugar con las utopías, y puede imaginar lo que quiera ya que no tiene que dar cuentas a la realidad.
Pero lo único que de verdad importa es la realidad.
Las suposiciones se deshacen en cuanto se las saca de la imaginación.
Bien… uno se arma de valentía… decide que va a iniciar el Proceso de Descubrirse, y… ¿y qué pasa?
Pasa que uno está lleno de inseguridades, de miedos, y es inexperto en esta tarea, así que no es que no sepa cómo empezar y por dónde, sino que las dudas le van a acosar sin descanso. “No sé”, se va a repetir muy a menudo; se va a cambiar de idea continuamente, y la fortaleza va a tambalearse una y otra vez; un día estarás casi eufórico y al día siguiente no te puedes sostener de miedo. “¡Quién me habrá mandado a mí meterme en esto!”
Esto la vas a repetir varias veces.
Los avances parecen retrocesos.
La cobardía te recordará el refrán: “Más vale malo conocido que bueno por conocer.”
Y otra cosa te pesará inconmensurable: lo que vas a Descubrir, lo que tienes que Descubrir, es mucho más de lo que te imaginabas. Pensabas que esta era una tarea de una tarde y con eso quedaba resuelto.
Error.
Te recuerdo otro refrán apropiado: “Sólo sé que no sé nada”. Cada vez que sepas una cosa de ti, te darás cuenta de que hay mil más que no sabes, así que cuando Descubras la segunda cosa, ya sabrás que hay dos mil que no has Descubierto.
Con estas premisas uno se va desganando, ¿Verdad?, pues es igual que pienses lo que pienses ahora, porque tienes que hacerlo. O porque es bueno para ti que lo hagas. O porque estás deseando hacerlo a pesar de todo.
Cuando comienzas también te das cuenta de que no puedes ni quieres parar, porque cada Descubrimiento, sea del tamaño que sea, te va acercando a ti: te deja una agradable sensación que te invita a seguir.
Como bien sabes, generalmente la relación de uno consigo mismo es bastante superficial: trata de darse el máximo de satisfacciones posibles, trata de evitarse todos los problemas que pueda, se distrae todo lo que puede para no pensar en las cosas que tendría que pensar, deja pasar los días aplazando los asuntos importantes hasta que ya es inevitable, deja su vida en manos del destino o de los otros… en fin, que uno es un irresponsable mientras la vida se lo permita o no le ponga una prueba grave ante la que no pueda negar la evidencia.
La mente es un entresijo en el que no nos desenvolvemos bien, y este parece ser un trabajo mental, de preguntas y respuestas, de saber cosas, de darle vueltas a las cosas, de encontrar respuestas que, por otra parte, nadie garantiza que vayan a ser las correctas…
Pero no es un trabajo mental.
A mi entender es un trabajo de reconciliación, de atención tranquila y cariñosa, de contacto con las emociones y los sentimientos, de aceptación incondicional, de Amor… es un trabajo de esos que requieren que no haya prisa y que no haya pausas.
El Proceso es de una belleza sublime, porque siempre –repito: siempre- lo que uno se encuentra dentro de sí es mejor de lo que podía imaginar. Así que si uno es capaz de valorar en su justa medida cualquier Descubrimiento, por aparentemente nimio que sea, se va a llevar grandes satisfacciones. Y convivir con la persona que uno mismo es, de la que se va a ir enamorando poco a poco, hace que la vida adquiera tintes de delicia, y que la sonrisa aparezca cada vez más a menudo en la boca.
Escribía un poco más arriba que el Proceso puede ser mental, pero si se hace exclusivamente como un procedimiento mental, donde sólo se piensa, no tiene validez.
Uno piensa, uno se da cuenta… pero si se queda solamente en ese “darse cuenta”, el efecto desaparece del mismo modo en que apareció.
El Proceso requiere integrar lo que se ha Descubierto. No es suficiente con reconocer que una cosa no gusta: hay que aceptarlo, asumirlo, hacerlo propio, sentirlo dentro como algo personal, darle vueltas y vueltas hasta que ya forme parte de uno, o tener la dicha de sentirlo con una rotundidad tal que no admita ningún tipo de rechazo al incluirlo en uno, de un modo tan categórico e innegable, que pareciera que estuviera ahí desde siempre.
Este último caso es excepcional, pero no imposible.
Durante el Proceso de Descubrimiento, si uno está con toda la atención involucrada en ello, se dará cuenta de que todo le aporta información: desde una emoción a una música, desde una palabra a un sueño, desde una lectura hasta un anuncio en la televisión.
Las señales son contundentes y evidentes para quien quiere ver, lo mismo que son invisibles para quien no quiere verlas.
Ni siquiera es cuestión de que existan en realidad, sino de querer darse cuenta.
Cuando uno ha tomado el propósito de Descubrirse, y realmente se involucra en ello, que no dude de que aparecerán señales suficientes y perceptibles para darse cuenta, inevitablemente, de que en todo aparece reflejado, de que todo es un espejo, de que todo clama su nombre.
Uno puede Descubrirse a través de una carta natal, de una lectura de manos, de la religión, la meditación, la reflexión, los textos que uno considere sagrados, la psicología, la metafísica, las conversaciones con las personas que nos conocen…. todos los Caminos conducen a Uno cuando ha elegido el Camino adecuado.
Uno de los sistemas para Descubrirse consiste en hacerse preguntas, y esperar tranquilamente a las respuestas, sin tratar de forzarlas, y sin conformarse con repetir las que ya se han pronunciado durante años.
La respuesta puede estar muy escondida, o puede tener miedo a salir por temor a no saber cómo va a ser recibida.
Quizás el que pregunta no la esperaba a ella precisamente… o, por el contrario, puede salir alborozada porque llevaba tiempo queriendo expresarse.
Es interesante que las preguntas estén hechas de tal modo que requieran una respuesta amplia y detallada, y que así se lo exija Uno. Y si la respuesta es un sí o un no, contraatacar con otras preguntas más del estilo de…
¿Para qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?
Conviene también ser un poco inquisitivo, no conformarse con vaguedades o generalidades, ni con respuestas estereotipadas, y que no lleven a otras personas como un ejemplo, sino que se personalicen refiriéndose a uno mismo.
La ética, la honradez, el compromiso, deben exigir seriedad formal en el Proceso.
La actitud durante el Proceso ha de ser tolerante, distendida, cariñosa, expectante, ilusionante, paciente… todo Amor.
Nada de estar atento a encontrar razones para quererse menos o echarse cosas en cara. Se trata de Descubrirse para mejorar después, no para encontrar más razones para persistir en el desconocimiento y la distancia. Es una de las razones más consistentes para el sentido de la vida: conocerse. Vivir tantos los años con uno mismo y acabar siendo un perfecto desconocido no tiene sentido, lo mismo que vivir tantos años con uno mismo en una relación de desinterés y frialdad.
Descubrirse a Sí Mismo es el primer paso para descubrir la Divinidad o Lo Superior, ya que nos habitan y forman una unidad con nosotros.
La percepción que se tiene de lo Sagrado, se incrementa con el Descubrimiento, desde el momento en que uno se da cuenta y reconoce, sin lugar a dudas, que forma parte de un Plan Divino, que su esencia es Espiritual o Celestial de algún modo. Uno comprende de un modo irrefutable lo glorioso que Uno es, la hermosura de la vida, la delicia de haber recibido los cinco sentidos, el placer de tener unos sentimientos, y el amor innegociable y desinteresado de nuestros seres queridos y aún de los desconocidos; uno comprende cuánto abarca cuando dice “hermano” y eso llega más allá del ámbito familiar y los lazos de sangre.
Descubrirse es Descubrir por primera vez el mundo y la vida. Unos ojos nuevos sustituyen a los rutinarios, un corazón distinto bombea nuevas emociones, la sensibilidad se instala a perpetuidad, un Amor que ha estado callado durante años comienza a expandirse sin frenos, como un aroma que quisiera conocer el universo.
Descubrirse va más allá de saber los condicionamientos y las reacciones, de averiguar los impulsos y los miedos: lo que hace es despejar las capas que nos aíslan del propio contacto, lo que hace es destapar la humanidad en el más bello de los sentidos, contactar con un mundo que hasta ahora ha permanecido aletargado o repudiado, en el que las emociones son el ingrediente principal, y las ganas de abrazarse, y de amar y amarse, forman parte de la respiración.
Descubrirte ha de nacer de ti: de tu amor o de tu desesperación, pero no ha de ser impuesto por otras personas.
Es tu Camino.
Es tu necesidad o tu deseo.
Es tu decisión.
Lo tienes que hacer por ti.
Y para ti.
El motivo básico del Descubrimiento es el propio autoconocimiento para lo inmediato, para mejorar el día a día.
Más adelante, uno ha de pretender también encontrar el sentido de la propia vida, la misión que uno tiene, lo que le hace feliz a su espíritu, pero eso es más adelante.
Francisco de Sales