El grupo ecologista Sea Shepherd ultima los preparativos para emprender en las aguas de la Antártida una de las mas intensas campañas de acoso a los balleneros japoneses con el fin de arruinar la temporada de caza de cetáceos.
Los barcos de la organización Bob Barker, Steve Irwin y Brigitte Bardot zarparan la próxima semana desde Australia con la misión de impedir que la flota nipona capture unas 900 ballenas para supuestos " fines científicos".
El objetivo final del grupo es obligar a Japón a suspender la temporada anual de caza de ballenas y repetir así el éxito que logro en febrero pasado con sus acciones, entre estas los abordajes, el lanzamiento de bombas pestilentes o el encadenamiento de activistas al casco de los balleneros.
Esta será la octava campaña de Sea Shepherd que se vislumbra como una de las mas extremas de las realizadas hasta ahora y la que ha sido denominada " Operación Viento Divino ", como la de los kamikaze o pilotos suicidas nipones durante la Segunda Guerra Mundial.
El capitán del Bob Barker, Alex Cornelissen señalo que " en todos estos años que hemos realizado campañas nunca nadie ha resultado herido ", pero admitió que este año los enfrentamientos pueden ser potencialmente violentos debido a que los buques de la flota japonesa han reforzado la seguridad.
Para esta temporada en la Antártida, Japón ha destinado unos 29 millones de dólares, 22 millones de euros, adicionales a las medidas de protección de sus tres barcos comandados por el Yushin Maru, y que partieron hacia el sur el martes pasado junto a varios guardacostas.
Diversas organizaciones ecologistas internacionales denunciaron que este dinero procede del fondo de reconstrucción por el terremoto y tsunami que afecto a Japón el 11 de marzo.
Las autoridades niponas justificaron el uso de estos fondos en la campaña de caza con el argumento de que muchas comunidades pesqueras fueron destruidas, una versión que no convence a los detractores que consideran que el dinero debe utilizarse para atender a las personas damnificadas en vez de destinarlo a matar ballenas.
En Latinoamérica, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú, Republica Dominicana y Uruguay, miembros de la Comisión Ballenera Internacional, también pidieron a Tokio que ponga fin a la caza de ballenas.
La caza comercial de ballenas esta prohibida desde 1986, pero diversas excepciones han permitido a países como Japón, Islandia y Noruega continuar con las capturas. En Japón, que retomo en 1987 la caza de ballenas alegando motivos científicos y desde entonces fija de forma unilateral una cuota anual de unos mil ejemplares anuales, el consumo de la carne de estos mamíferos se ha reducido en los restaurantes nipones en los últimos años.
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