Anoche, hablando con una amiga, le contaba lo que he ido aprendiendo y aprehendiendo últimamente en mi consulta.
Lo primero que se aprende en el nivel de sanación I es que estamos programados. Pero no he venido a interiorizarlo a full hasta casi 3 años después.
Cada paciente me hace darme cuenta de cuantos programas tenemos, cuantos pensamientos y creencias negativos. Todos negativos. ¡TODOS!
El frío resfría. La plata es difícil de ganar. Los platudos son tramposos. La vida es dura. Lo que no me mata me fortalece. El dolor templa el espíritu. Se sufre al amar. Te castigo por tu bien, y me duele más a mí que a ti.
Nadie me quiere. Soy una pobre víctima de todos. Soy feo/a, tonto/a, gordo/a, imbécil, estúpido/a. No valgo nada. Siempre se aprovechan de mi buena voluntad. Tengo mala suerte.
Hay tanta delincuencia. La gente es mala. Es peligroso salir de noche. Ya no se puede vivir tranquilo. El mundo es inseguro.
El plátano oriental es dañino, hay que cortarlos, pues nos dan alergia. El polvo de habitación da alergia. La caspa del gato da alergia. Las flores dan alergia, la primavera da alergia. Las mascotas son sucias. Es necesario desinfectar la casa, el refrigerador. Empezó la temporada de gripe/alergias… es hora de enfermarse.
¿De dónde sacamos la idea que nuestro planeta nos hace daño?
Podría seguir horas…
Estas son sólo afirmaciones negativas. Afirmaciones que hemos escuchado una y mil veces en nuestra vida, hasta aprenderlas bien, hasta ser muy fieles en su ejecución a lo largo de nuestra vida. Hasta resfriarnos cada vez que nos dio un poco de frío. Hasta temer el invierno por las enfermedades. Hasta lograr que nos de alergia la época de las flores. Hasta no querer tener mascotas porque son sucias. Hasta no querer salir de casa porque es peligroso. Hasta no ser capaces de disfrutar de la vida por que es peligrosa, sucia, fea, triste, dura, etc.
El cariño de los padres –si es que existía- se veía tambalear cada vez que nos retaban. Y de tanto recibir retos unos se empieza a convencer de no que es digno de que alguien lo quiera. ¿Cómo me podrían querer si hice tantas cosas malas siempre?
Fuimos criados escuchando que si no comíamos la comida no nos querían. Si no comíamos toda la comida la mamá se sentía mal. Si no nos comíamos la comida nos llevaba el viejo del saco. Si nos iba mal en el colegio nos retaban. Si no nos portábamos bien hacíamos enfermar a la mamá, y ella se las arreglaba para hacernos sentir culpable de sus malestares. Si no haces las tareas tu papá se va a enojar contigo. No hagas enojar a la abuela. No hagas rabiar al papá.
Culpables.
Culpables… culpables sólo por el hecho de haber nacido (el famoso pecado original). Y más encima está la figura esa del dios castigador allá arriba sentado en su trono esperando descubrirnos en un desliz para mandarnos al infierno. Ese dios tan lejano y externo que crearon tantas religiones.
Y entonces resulta tan claro por qué hay tanta baja autoestima… “nadie me quiere, todos me odian… voy a comer gusanos”.
El sentirse culpable hace que uno no se crea merecedor de las cosas positivas… y ahí volvemos al tema de las afirmaciones negativas entre las que crecemos. Pues si somos culpables merecemos una vida dura, fea, triste, etc.
Aprendemos a crearnos una vida así.
¡¡¡Creemos que no somos libres!!!
Creemos que alguien externo a nosotros, dios, las otras personas, el jefe, el profesor, la pareja, deciden por nosotros. Les damos permiso para decidir por nosotros. Hacemos cosas porque otras personas lo dicen, no porque nosotros lo deseamos.
No nos damos cuenta de que somos dueños de nuestra vida, que nadie puede decidir por nosotros, u obligarnos a hacer algo que no queremos.
Cuando estoy con un paciente, y le digo: ¡eres libre!… me mira con ojos de plato. Jamás se les habría cruzado por la cabeza.
Y entonces sigo con el discurso: “tú eres dueño de tu vida, puedes aprender a pensar positivo. Tú decides que sucede y qué no sucede en tu vida. Mira como tu cuerpo y tu vida te han hecho caso en cada uno de los pensamientos que has sostenido siempre”.
Nuestro cuerpo y el universo nos hacen caso en todo lo que pensamos. Son extremadamente precisos en ejecutar nuestras órdenes, con una pequeña salvedad: no entienden la palabra NO.
Esto significa que cuando digo: “no quiero ser pobre”, entienden “quiero ser pobre”… y así es como nos va.
Si creo que mi vida es difícil, lo será. Pues mi cuerpo y lo que me rodea cumplirán mi creencia. Si creo que estoy gorda, así será. Si creo que es difícil encontrar trabajo, así será. Si creo que la gente me odia, así será.
Si creo que no merezco el amor en mi vida, así será.
No nos damos cuenta que es tan distinto decir: “no quiero ser pobre”, a “quiero tener una vida con abundancia material”.
Es diferente decir: “no quiero estar enfermo” a decir “quiero mi vida plena de salud”.
Es tan incomparable decir: “no quiero pololear más con este tipo de hombre” a “quiero a un hombre amoroso y sano a mi lado”.
Es dejar de enfocarse en lo negativo para ver por fin lo positivo.
Nadie nos ha enseñado nunca que podemos pensar de otra manera. Nos enseñaron qué pensar en vez de enseñarnos cómo pensar.
Ni siquiera sospechamos que podemos hacer cambios en la vida, e ir hacia donde realmente queremos.
¡¡¡¡¡Pero se puede!!!!!
Podemos pensar positivo, podemos aprender a quitar la palabra NO de nuestros pensamientos.
Podemos empezar el cambio, día tras día.
Si será fácil o difícil cambiar la forma de pensar… depende de nuestras propias creencias.
Yo me aburrí de pensar negativo.
Estoy aprendiendo a crear mi propia realidad de otra manera. Aprendiendo a descubrir dentro de mí la creencia que me hace tener ataques de asma –todavía-.
Intento descubrir cuál es el pensamiento o creencia negativa que tengo enquistada dentro que no me permite tener una vida más abundante.
He visto como cambió una de mis gatas cuando empezamos decirle que es bella, y a hacerle más cariños. Como se enorgullecen las plantas cuando reciben vibra positiva.
Me he visto cambiar en estos tres años. La imagen que me devuelve el espejo es más sonriente, más brillante. Mi piel y pelo brillan más, se desaparecieron unas líneas producto de mi antigua costumbre de fruncir el ceño.
Mientras más pensamiento negativos elimino, mientras más pensamientos positivos incorporo, mejor me siento.
La vida se va alegrando, facilitando.
Y a veces literalmente me llego a espantar de los resultados.
Pues he descubierto que se aplica a todo… Claudio, mis gatos, mi auto, mi casa, mi día, mis plantas…, mi pc, la juguera, el cd player, la palm… el vecino de arriba… ¡TODO!
¡¡Es hora de empezar a pensar positivo!!
¡¡Se puede!!Fuente:
http://www.zocalo.cl/brujita