Quien iba a imaginar que un hombre viejo, decrépito e inofensivo de mirada triste pasaría a convertirse en el caníbal del siglo.
Albert Fish nació el 19 de mayo de 1870 en Washigton en el seno de una familia respetada aunque con antecedentes en enfermedades mentales. Creció en un orfanato donde fue abusado sexualmente lo que le acarreó en su mente su fascinación por el sadomasoquismo. Se sabe que tuvo una caída desde un árbol lo que le provocó una lesión en el cerebro y como consecuencia dolores de cabeza crónicos y mareos.
En su niñez desarrolló una obsesión por el castigo, se divierte infligiendo dolor a los demás y a él mismo. Comienza su colección de recortes de prensa sobre asesinos en serie y especialmente de caníbales que es con quienes se siente identificado.
Con 20 años y con cierta experiencia en relaciones homosexuales masoquistas ejerce la prostitución en Washington donde viola a un niño y asesina a su primera víctima.
En esa época de su vida comienza a obsesionarse con la idea del pecado y alucina con la religión, su única salida es sacrificarse con dolor y él mismo se autocastiga frotando su cuerpo desnudo con rosas con espinas, clavándose agujas de marinero en la pelvis y en los órganos genitales… en una ocasión fue sorprendido en su habitación totalmente desnudo masturbándose con una mano y con la otra golpeándose la espalda con un palo con clavos y a cada golpe gritaba de dolor mientras su sangre corría por sus nalgas.
Sadomasoquista en todas su letras, se complacía insertándose agujas en su cuerpo, especialmente alrededor de su órganos genitales, con bolas de algodón que se introducía en su ano y les pegaba fuego. No solo consumía la carne de sus víctimas sino que además la orina, sangre y excrementos, lo que él atribuiría dicha tendencia a su triste historia de niñez abusiva.
Fish se hizo a sí mismo como pintor, recorrió Estados Unidos torturando a niños casi en cada estado. La mayoría de sus víctimas provenían de familias pobres (de raza negra) por lo que no era probable que le inculparan debido al racismo que por aquel entonces imperaba.
Fue detenido en ocho ocasiones: por tentativa de estafa, robo, pago con cheques sin fondo, cartas obscenas a anuncios de agencias matrimoniales.
Fue internado en tres ocasiones en un hospital psiquiátrico aunque duró poco pues consideraban que no era peligroso ni estaba loco pues lo que él padecía era una personalidad psicopática de carácter sexual. La policía tardaría 6 años en acusarle de asesinato.
Al fin fue detenido el 13 de diciembre de 1928.
Su confesión
En su declaración afirmó que tras matar a la niña le cortó la cabeza y partió su cuerpo en dos con una sierra a la altura del ombligo y además añade:
"...Decidí comérmela. La llevé a una casa abandonada en Westchester en la que me había fijado. En el primer piso me desvestí completamente para evitar manchas de sangre. Cuando me vio desnudo se echó a llorar y quiso huir, pero la alcancé. La desnudé, se defendió mucho, me mordió y me hizo algunos rasguños. La estrangulé antes de cortarla en pedacitos para llevarme a casa toda su carne, cocinarla y comérmela. No pueden imaginar cuán tierno y sabroso estaba su culito asado. Tardé nueve días en comérmela por completo. No me la tiré, aunque hubiese podido hacerlo de haberlo querido, murió virgen".
Confiesa además otros asesinatos cometidos así como “un deseo irresistible de comer carne cruda las noches de luna llena” y comer sus propios excrementos ( por Dios!!). Sin miedo… le fascinaba bailar desnudo durante las noches de luna llena.
Declaró que a un niño de tan solo 4 años le flageló hasta que su sangre corrió por sus piernas, le cortó las orejas, nariz y ojos, le destripó y cogió su sangre para bebérsela, lo desmembró y se preparó un estofado con la parte más tierna.
Eso no es todo amigos, a un joven vagabundo lo secuestró durante dos semanas, le obligó a hacer toda clase de actos coprófagos, masoquistas y sádicos, intentó cortarle el pene con unas tijeras pero tal era su sufrimiento que arrepentido le dio 10 dólares y le dejó marchar.
Cuando se le preguntaba la cifra exacta de sus víctimas respondía sonriendo: “por lo menos 100” ( lo que sí es seguro un total de 15 inofensivos niños).
Una radiografía mostró un total de 29 agujas en sus testículos (unas cuantas oxidadas)
“Yo no soy un demente, solo un excéntrico. A veces ni yo mismo me comprendo”.
“Qué alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío, el único que todavía no he experimentado” (para él, placer supremo).
Sus últimas palabras antes de morir fueron: "¿Cómo es posible que yo haya llegado hasta aquí?". Es más, durante su ejecución, en la primera descarga se produjo un cortocircuito porque en su pubis tenía clavados más de 20 alfileres y clavos”. Fish por fin murió por causa de una descarga mucho más potente.