A lo largo de nuestras vidas vamos atravesando por diferentes situaciones: estar solos, en relación, amores, desamores, rechazo, celos, abandono, amigos que van y vienen, pérdidas de seres queridos, distintos conflictos con los padres, hijos, compañeros de trabajo, etc. Todas estas circunstancias forman parte del proceso natural de la vida, todos hemos de pasar por ello, pero el saber afrontarlas con madurez emocional hará que podamos disfrutar en cada momento de las mismas o entonces sufrir innecesariamente por no saber adaptarnos a ellas.
Hay personas que temen separarse y estar solas, a otras en cambio les resulta difícil encontrar o mantener relaciones de amor o amistad estables y algunas tienen problemas tanto para estar solas como estar en relación. La mitad de la humanidad está buscando la felicidad en la otra mitad. Como no tratamos de ser felices por nosotros mismos, nos encontramos vacíos, sin amor y no tenemos nada que dar a los demás ni los demás tienen nada que darnos a nosotros.
En resumen, tratamos de ser felices a costa de pedir a los demás una felicidad y un amor que ellos no tienen. A menudo, nos olvidamos de que los demás no están ahí para llenar nuestras insuficiencias, sino para mostrarnos lo que aún nos falta por superar.
“El Amor auténtico entre dos personas sólo es posible cuando cada miembro de la pareja siente que la otra persona no estorba el amor que ella siente por sí misma”
La consecuencia directa de ello, es que tratamos de compensar nuestra falta de amor y felicidad en la relación con apegos, con la sensación de “estar enganchados” al otro. Todo apego puede llegar a crear una adicción o dependencia y por consiguiente un estado de necesidad y ansiedad que afectará a nuestra libertad como personas. Por lo que cuantos menos apegos tengamos, más libres nos sentiremos. El conocerlos puede evitarnos serios disgustos y hacernos reflexionar acerca de cómo han sido nuestras relaciones hasta ahora y estar abiertos a conocer una nueva forma que nos va a permitir empezar a disfrutar de nuestras relaciones
Este artículo es también la presentación de nuestro próximo Seminario titulado: “Amor, Soledad y Relaciones” y que incluye nuevamente la técnica de MetaVisión. Se trata de una propuesta original, un nuevo enfoque para redescubrir y aprender a desenvolvernos ante todas estas diferentes situaciones con objetividad, madurez y naturalidad que nos ayudarán a mantener nuestro equilibrio emocional. Sólo así podremos mantenernos siempre centrados y enraizados en nosotros mismos.
“El amor no es una relación, sino aquello que nos relaciona con el todo.”
Entre las personas sólo puede haber dos clases de relaciones: Sagradas y No-Sagradas. Las no-sagradas son relaciones inmaduras en las que uno se siente como un mendigo, se siente vacío, necesitado y totalmente dependiente del otro para que le ayude a olvidar su soledad, y el otro también es un mendigo o entonces va de protector, uno rol típico del anti-dependiente.
Las relaciones sagradas son otro tipo de amor. Son totalmente diferentes, aquí no hay necesidad. Uno se siente completo, no busca tener, sólo ser y compartir su riqueza interior, su plenitud, fuerza y seguridad. Entonces un gozo profundo invade el Centro de nuestro Ser, del cual nunca antes habíamos sido conscientes. Uno ya no necesita mendigar, ni que los demás llenen su vacío con comprensión, cariño, afecto. Uno ya no necesita colgarse de nada ni de nadie, se siente completo en sí mismo.
“Sólo cuando te comprometes contigo mismo, es cuando tu vida cambia.”
El verdadero amor no impone condiciones, ni exigencias, no levanta trabas para que crezca y evolucione, es siempre un si incondicional. Está siempre por encima de todo, del dolor, del orgullo y de la ira. Un verdadero amante nunca tiene miedo ni se avergüenza de decir te quiero.
El amor cuanto más sublime y elevado, siempre es superior al dolor. Es abierto, vulnerable, pero no débil. En cambio, cuanto más inmaduro es el amor, en seguida resulta superado por el dolor y después la resignación, el desencanto y la tristeza acaban siempre por destruir la semilla e impedir que ese amor llegue a transformarse en algo sublime.
El amor se hace con el corazón y se deshace con los sentidos. La primera lección del amor es no pedir amor, sino simplemente darlo.
El amor elevado no conoce los deseos de venganza, ni el orgullo. No tiene ideas fijas ni preconcebidas de cómo “tiene que ser una relación,” es flexible, vulnerable, respeta la vulnerabilidad del otro. Está siempre dispuesto a encontrar una salida, a negociar una solución que sea satisfactoria para ambas partes, no sólo para una. Ser sinceros y vulnerables es el único medio para dejar aflorar lo que hay en la intimidad de cada uno.
Jairo Kalpa
Director Cursos de BioPerson Instituto Superior Desarrollo Personal con más de 38 años de experiencia
Consultor de Orientación Personal, Familiar y Profesional
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