Vivimos en un planeta lleno de posibilidades, donde tenemos la capacidad de experimentar mil experiencias distintas. Darse cuenta es cuestión de perspectiva.
Hace ya algunos años, yo enfocaba los problemas como si solamente hubiera una solución y me encontraba continuamente en callejones sin salida. Mi punto de vista ha cambiado. Ahora me doy cuenta de que la vida es generosa y siempre, siempre, ofrece otra salida, otra posibilidad, otro camino.
Somos libres para elegir entre un montón de posibilidades diferentes. Y creo que es un síntoma de madurez hacernos responsables de lo que hemos elegido. Nuestra vida es nuestra obra. La hemos creado nosotros. Y si no nos gusta, somos los responsables más directos. Ya sé que no siempre es así, que a veces acechan las enfermedades y la injusticia, pero la vida es sabia, la vida es generosa, y siempre ofrece caminos para salir adelante.
¿Cómo saber si elegimos bien? Esa es una buena pregunta. Yo me guío por la intuición. Si me siento bien, si siento la fuerza del amor hacia los demás y hacia mí propio ser, si me siento en plenitud, me doy cuenta de que estoy en el camino correcto.
Una confidencia: vivo uno de los momentos más bonitos de mi vida. Me gusta lo que hago y me siento en armonía con mi entorno. Siento que la vida me bendice. Por eso creo que estoy en el camino correcto. Y porque hago las cosas con entusiasmo.
El entusiasmo es el síntoma de que lo que hacemos tiene sentido para nosotr@s. Es amor a la Vida. Es energía creadora que logra que nos sintamos en plenitud. Si dudas de tu camino, si no sabes si has escogido bien, pregúntate, ¿hay entusiasmo?, ¿hay energía?
El Universo entero se alimenta de la energía que creamos sus habitantes. No podría ser de otra manera. Pero somos libres para elegir cómo crear la energía que nos sustenta. Confío en mi propia intuición y acepto los problemas como desafíos. Mi plenitud es energía. Y, cuando algo sale mal, confío en que sabré levantarme y encontrar otro camino.
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