Tanto en la religión como en la mitología, los demonios representan el estado sobrenatural que se suele describir cuando de habla de algún espíritu maligno y en algunas prácticas mágicas ocultistas, los demonios se presentan como entidades que pueden ser controladas
Ahora bien, la concepción más utilizada en occidente para definir a los demonios es la Judeo-Cristiana, ya que según la misma, los demonios son espíritus provenientes del mal que tienen como un único objetivo poseer a los seres humanos o a sus almas. Por parte, para el cristianismo, los demonios son espíritus inmundos, sirvientes de Lucifer considerado el príncipe de este mundo y enemigo del Dios Cristiano y sus Ángeles cuya morada es el infierno.
Sin embargo, en algunas culturas, podemos decir que los demonios no deben ser necesariamente malignos; por ejemplo, en la antigua Grecia se solía dividir entre los demonios buenos y los demonios malos respectivamente. En el caso de los demonios que se consideraban como buenos, podemos decir que se parecen mucho a la percepción que tiene el judaísmo con respecto a los Ángeles protectores, por su parte, los demonios malignos según los griegos, eran aquellos que el judaísmo reconoce como “Ángeles caídos”. Existe una rama del estudio denominada “demonologia” que lógicamente se dedica al análisis de todos los demonios conocidos, y no tanto, por el hombre, la cual representa un tema muy interesante para ser estudiado.
De todos modos debemos aclarar que es preciso no confundir la demonologia con la demonomancia, ya que en este último caso, se trata de un método de adivinación mediante la invocación de diferentes demonios. Según muchos creyentes del tema, los demonios conviven con nosotros diariamente ofreciéndonos diferentes tipos de beneficios cuya aceptación dependerá de nuestra decisión, y habitualmente los humanos no poseemos la capacidad de distinguirlos, por lo que nos vemos abiertamente expuestos a caer en sus engaños y mentiras. Algunos de los daños más comunes que pueden provocar los demonios a los humanos son: el asedio, la obsesión atacando al hombre con injurias, la posesión, la tentación, etc., y es importante tener en cuenta que el ser humano, si bien es capaz de desarrollar la voluntad para librarse o para controlar este tipo de daños, la mayoría simplemente se deja atrapar; muchas enfermedades siquiátricas violentas suelen ser producto del asedio de los demonios al hombre.
Lucifer, el ángel caído
La historia de Lucifer es probablemente la más conocida en el mundo de los demonios debido a que él es su amo y señor. Lucifer era un Ángel, el más bello de la creación, que se reveló contra los mandatos de Dios y fue expulsado del cielo, por instigar a otros Ángeles a realizar una rebelión contra el reino de los cielos. Ahora bien, si se analiza profundamente la historia de Lucifer nos encontraremos con que la misma esta llena de contradicciones, y es importante destacar que no hay ningún documento oficializado que hable de él. Lucifer fue borrado de la historia y ahora es una leyenda.
El amo de los demonios es conocido con muchos nombres: Satán, Satanás, Belcebú, Luzbel, en el caso de Satán es importante destacar que a pesar de que es reconocido como el nombre que obtiene Lucifer por estar al mando de los demonios, el judaísmo identifica con este nombre a un demonio llamado Azazel. Algo muy similar sucede con Belcebú, ya que en este caso se trata del señor de las moscas según los Hebreos, a pesar de que el cristianismo acepta todos estos nombres como sinónimos, es importante destacar que Lucifer o Luzbel es el nombre del señor de los demonios cuando era un ángel ascendido por ello el cristianismo no utiliza esos nombres para referirse a él, y Satán o Satanás es el nombre adquirido al ser expulsado del cielo, y el más utilizado por los fieles cristianos.
Por otra parte, Satan también es conocido como “el diablo” y hay quienes piensan que este demonio supremo no tiene poderes sino hasta que el hombre comete un acto impuro o de maldad, es por ello que se caracteriza por tentar al hombre a cometer todo tipo de actos de esta magnitud para poder ejercer algún poder sobre él. Básicamente, como jefe y comandante de los demonios, Satanás es considerado el origen del mal.
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