Una joya excepcionalmente bella, pero con un peso horrible: todos quienes han estado cerca han muerto trágicamente o padecido terribles flagelos. Esta es su historia.
En cierto, hay joyas que hacen enloquecer a muchas personas, pero solo esta hace que literalmente todos mueran por ella. Es el diamante Hope, también llamado Diamante Azul, joya de mar o Diamante de la esperanza. De color azul marino, con un peso estimado en 112.5 quilates, una roca gigante y perfecta, cuenta la leyenda, está maldito.
La fabulosa joya era parte de la ornamentación de la frente de un ídolo indio, hasta que fue robada por un sacerdote hindú, quien luego fue capturado y torturado por sus males.
Se dice que apareció por primera vez en Europa en 1642, en manos de un comerciante y contrabandista francés Jean Baptiste Tefernier. Este hombre consiguió grandes beneficios con su venta, pero cuando viajaba a la India para rehacer su fortuna, Tefernier fue atacado y despedazado por una manada de perros rabiosos. Su hijo heredero derrochó toda su fortuna.
Luego el diamante fue adquirido por el rey de Francia, Luis XIV, quien redujo su enorme tamaño, de 112.5 a 67.5 quilates. Aquí comienza a formarse la leyenda, ya que quien lo tocó tuvo un final trágico.
Primero, Nicholas Fouquet, funcionario del Gobierno, lo tomó prestado para un baile de gala y fue acusado de malversación y condenado a cadena perpetúa. Murió en la cárcel.
Luego, la princesa de Lambelle, que solía lucir el diamante, fue asesinada a palos por la plebe en la calle. El rey y María Antonieta murieron en la guillotina.
Pero años más tarde, en 1830, la gema fue comprada por el banquero londinense Henry Thomas Hope por 150 mil dólares. Pronto la fortuna de la familia decayó rápidamente hasta que sus nietos comenzaron a morir de hambre, justo antes de que otro vendiese al fin la maldita piedra.
En los siguientes dieciséis años, el diamante Hope pasó por varios dueños, entre ellos el francés Jacques Colet, que se suicidó, y el príncipe ruso Iván Kanitovitsky, que fue asesinado.
En 1908, el sultán turco Abdul Hamid pagó 400 mil dólares por el Hope, y pronto lo cedió a su concubina favorita, Subaya. Pero, antes de un año, Hamid había apuñalado a Subaya y fue destronado. Simon Montharides lo tuvo después, hasta que volcó su carruaje y murió en el accidente, junto con su esposa y una hija pequeña.
El magnate financiero americano Ned McLean, no le temió a la fama de la joya y lo compró a un mínimo precio: 154 mil dólares. Su hijo Vincent sucumbió muy pronto en un accidente de automóvil y su hija murió de una sobredosis de drogas. La esposa de McLean se aficionó a la morfina y el propio McLean murió en un manicomio en 1947, dejando la peligrosa herencia a seis nietos, entre ellos Evalyn, que tenía entonces cinco años.
La familia McLean vendió el diamante a Harry Winston, comerciante de piedras preciosas, quien lo transfirió a la Smithsonian Institution, donde se encuentra ahora. Tal vez la maldición no será tan perjudicial para las instituciones como lo fue para los individuos. O quizás el terrible maleficio se extinguió en Evalyn McLean, una de los seis nietos de McLean, que fue encontrada muerta sin causa aparente en su apartamento de Dallas, el 13 de diciembre de 1967, a la edad de veinticinco años.
http://www.terra.com.mx/centroastrologico/articulo/973528/La+maldicion+del+diamante+Hope.htm